martes, enero 25, 2005

Vivencias

Hoy cumplí una semana en la gran capital, la tierra en la que me tocó nacer y en la que viví algunos años, de la cual tengo agradables recuerdos: recuerdos de mi niñez.

Hoy por la mañana me di la oportunidad de pasear por el México antiguo, por las avenidas históricas de la gran ciudad, como Paseo de la Reforma e Insurgentes Sur.

Sin duda alguna, una de las ciudades hermosas que he visitado, con su propia identidad, especialmente porque es mi ciudad natal.

Dios me ha regalado la dicha de estar en metrópolis como Nueva York, Montreal y Chicago, cada una de ellas con su idiosincracia.

Y que decir de la bella Tijuana, en la que he vivido por espacio de 38 años, aunque en ese lapso he tenido la oportunidad de viajar y conocer otros lugares, e incluso vivir en algunos de ellos.

De esas experiencias, Dios me regaló la oportunidad de vivir en Acapulco y en Ensenada, las ciudades en las que de manera respectiva viven mi padre y madre.

Debo decir de paso, que mi ciudad favorita para vivir es Ensenada, en la que residí por espacio de un año, entre 1984-85, cuando recién casado con Clara Lourdes nos fuimos a vivir y ahí nació nuestro lucero Rommel Nicolás.

Ensenada tiene los atractivos suficientes para pasar ahí los últimos años de mi vida, especialmente su tranquilidad y su clima, muy benigno durante el verano e invierno.

Otra de mis ciudades favoritas para vivir es Tecate, un pequeño poblado 50 kilómetros al este de Tijuana y 150 al noroeste de Ensenada, en donde estudié durante tres años en el Instituto Bíblico de Tecate.

Después de Ensenada y Tecate, mis ciudades favoritas para pasar el resto de mi vida son Montreal en Canadá, y Denver y Chicago, en Estados Unidos.

No hay comentarios.: